Séptimo

La película narra la desesperada búsqueda de Sebastián (Darín) y Delia (Rueda), un matrimonio en proceso de divorcio, de sus dos hijos, que desaparecen misteriosamente mientras jugaban a las escondidas en el edificio donde viven. Durante la investigación, se revelan secretos, mentiras y traiciones que ponen a prueba la relación de los padres y los llevan al límite.

El final de la película es sorprendente y polémico. Resulta que los niños no fueron secuestrados ni asesinados por ningún extraño, sino que se escondieron voluntariamente en el sótano del edificio, siguiendo un plan ideado por el propio Sebastián. El motivo: impedir que Delia se fuera con los niños a España, donde tenía una nueva pareja. Sebastián quería hacerle creer a Delia que los niños habían muerto, para luego reaparecer con ellos y reconquistarla.

El plan de Sebastián era tan maquiavélico como absurdo. ¿Cómo esperaba que Delia lo perdonara después de hacerle pasar por el peor momento de su vida? ¿Cómo podía involucrar a sus hijos en una farsa tan cruel y peligrosa? ¿Qué clase de padre hace eso? El final de la película deja muchas preguntas sin respuesta y una sensación de frustración e indignación en el espectador.

En mi opinión personal, el final de la película es decepcionante y poco creíble. Me parece que el guionista quiso dar un giro inesperado a la trama, pero se pasó de la raya. Creo que el final traiciona la lógica interna de la historia y la psicología de los personajes. Además, me parece que el final es irrespetuoso con el público, que se siente engañado y manipulado.

No quiero decir que la película sea mala. Tiene sus momentos de tensión, intriga y emoción. Los actores hacen un buen trabajo y la dirección es correcta. Pero el final lo arruina todo. Es una lástima, porque la película tenía potencial para ser un buen thriller psicológico, pero se quedó en un intento fallido.