El silencio de los corderos

Para entrar en la mente de un asesino, tendrá que desafiar a la mente de un loco.
Póster de la película El silencio de los corderos

El FBI busca a “Buffalo Bill”, un asesino en serie que mata a sus víctimas, todas adolescentes, después de prepararlas minuciosamente y arrancarles la piel. Para poder atraparlo recurren a Clarice Starling, una brillante licenciada universitaria, experta en conductas psicópatas, que aspira a formar parte del FBI. Siguiendo las instrucciones de su jefe, Jack Crawford, Clarice visita la cárcel de alta seguridad donde el gobierno mantiene encerrado a Hannibal Lecter, antiguo psicoanalista y asesino, dotado de una inteligencia superior a la normal. Su misión será intentar sacarle información sobre los patrones de conducta de “Buffalo Bill”.

Alerta SPOILER

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Así acabó El silencio de los corderos

Clarice (Jodie Foster) cuenta el episodio traumático de su infancia a Hannibal, en la granja de su tío sacrificaban corderos, ella intentó salvar a uno pero acabaron sacrificándolo también y le echaron de la granja. De noche todavía escucha el sonido de los corderos degollados, Hannibal le dice que si logra encontrar al asesino Buffalo Bill conseguirá superarlo, el silencio de los corderos.

Hannibal se hace con un bolígrafo del psiquiatra Chilton que le maltrata psicológicamente. Con el boli logra escaparse poniéndose como máscara la piel de un policía.

Clarice encuentra al asesino mientras su jefe Crawford va a la casa equivocada. Clarice acaba matándolo. Buffalo Bill era un modisto que se estaba haciendo un traje de mujer con la piel de sus víctimas a quienes les metía una polilla en la garganta como símbolo de transformación.

Clarice se gradúa y Crawford le felicita. Recibe una llamada, es Hannibal, ice que ha quedado con alguien para cenar mientras mira bajarse de un avión al Dr. Childon. (nótese el sarcasmo). Le dice a Clarice que él no la molestará, que el mundo es mejor con ella en él, ella le dice que no puede prometerle lo mismo. Disfrazado lo vemos perderse entre la multitud.

FIN

– Final aportado por Sancho


Descendió las escaleras prácticamente sobre el tumulto en el aeropuerto y con el sol sobre sus espaldas, que caía a plomo, se vio obligado a colocar el sombrero en sus anchos parietales. El sudor que deslizaba sobre la piel de su frente llegó a sus labios y a sorbos paladeaba el próximo manjar; sesos en salsa de cilantro. La fuente de tan apetitoso y suculento platillo arrastraba el miedo a solo unos pasos de él, intuía su próximo fin, sabía que tenía que pagar el maltrato que había dado al desalmado Hannibal Lecter.

– Final aportado por Pedro Bravo Martínez

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Reparto