Alerta Spoiler El FINAL de "Veep Temporada Final 7"

El final de *Veep* es una obra maestra de la sátira política. No solo cierra perfectamente el arco de Selina Meyer, sino que también se mantiene absolutamente fiel al espíritu de la serie: despiadado, cínico, mordaz y profundamente humano en su brutalidad. No hay moralejas ni redenciones. Es el triunfo del ego por encima de todo lo demás, y a la vez, la radiografía más precisa de una figura política atrapada por su propia ambición.

En la última temporada, y especialmente en el capítulo final, Selina está más desesperada que nunca por conseguir la presidencia. No es solo ambición, es una necesidad patológica. Y está dispuesta a hacer cualquier cosa para lograrlo, y cuando digo cualquier cosa, no exagero.

A lo largo de la serie la hemos visto mentir, manipular, y humillar sin pestañear. Pero en este episodio final, cruza la última línea: entrega a Gary, su asistente personal y único ser humano que realmente la quiere, al FBI para protegerse en una investigación sobre el financiamiento ilegal de su campaña. Gary, que ha estado a su lado durante años, que literalmente ha cargado con su basura (emocional y física), no puede creerlo. Ese momento es devastador. Él le pregunta si de verdad lo está haciendo, y ella apenas le dedica un «Lo siento, Gary», sin mirarlo. Es el clímax emocional de la serie, porque ahí entendés que Selina no tiene límites.

Además de eso, traiciona a Tom James, lo deja caer en un escándalo sexual para que no le haga sombra, y utiliza a Jonah Ryan, una especie de monstruo político producto del absurdo, como compañero de fórmula solo para descartarlo después. No hay lealtades, no hay ideología, solo una necesidad enfermiza de poder.

Y lo consigue. Selina Meyer finalmente es presidenta de los Estados Unidos.

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Pero lo que le queda no es poder, ni respeto, ni cariño. Lo que le queda es estar sola. Completamente sola. Su hija la odia, sus aliados la abandonan, y ha quemado todo a su paso. La presidencia, que durante siete temporadas fue su obsesión, se convierte en su castigo.

La serie da un salto temporal y cierra con su funeral. Ahí están todos los rostros conocidos, envejecidos, recordándola con frases vacías. Pero la verdadera ironía —y uno de los mejores golpes del guion— es que los noticieros interrumpen la cobertura del funeral para anunciar la muerte de Tom Hanks. Ni muerta puede Selina Meyer ganarse la atención del público. Es una derrota total, incluso en su momento más solemne.

Y como broche final, aparece Gary, solo, sin invitación, con una flor en la mano. Se cuela al funeral para despedirse. Ya no es su asistente, ya no es parte de ese mundo, pero sigue siendo el único que siente algo verdadero por ella. Esa escena, sin necesidad de exagerar nada, es profundamente triste y humana.

En definitiva, *Veep* termina como tenía que terminar: con Selina alcanzando su objetivo y descubriendo que ese objetivo no vale nada. Es una de las mejores comedias políticas que se hayan hecho, y este final es tan cruel como perfecto. Una sátira implacable, escrita con precisión quirúrgica, que cierra una historia sin traicionarse nunca. Pocas series tienen el coraje de acabar así. Esta lo hace, y por eso queda entre las grandes.

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