Asesinato en el Orient Express

Poirot descubre que el asesinado no es otro que el cerebro del secuestro y asesinato de la niña Daisy que aparece al principio de la película. Tras interrogar a todos los pasajeros los reúne en un vagón para contarles la resolución: todos son culpables y todos acuchillaron, de ahí las distintas 12 puñaladas. El plan que urdieron consistía en culpar a un inexistente pasajero disfrazado de militar. Cada uno tenía un móvil, o conocían a Daisy o algunos de sus allegados perjudicados por su crimen. Poirot se encuentra con el dilema de si el asesinato estaba justificado, si la víctima merecía ese castigo.

Poirot decide al final no denunciarlos y dejar a creer a la policía el plan de los 12 pasajeros.