OppenheimerEl mundo cambia para siempre.

Oppenheimer es un brillante científico que liderará la carrera para construir una bomba atómica antes que los nazis. El proyecto secreto de nombre Manhattan es llevado al desierto de Los Álamos, durante años científcos de distinta índole se mudan allí para conseguirlo pero la guerra con Hitler acaba antes. Muchos se plantean dejarlo pero EEUU sigue en guerra con Japón.

Oppenheimer y otros creen que deben comunicarse con Rusia para evitar una escalada de bombas atómicas. También proponen hacer una demostración para que Japón se rinda pero Truman tiene otra idea, debe madarles una bomba para ver de lo que son capaces y luego otra para que vean que no van a parar hasta que se rindan.

Las bombas son un éxito técnico pero una atrocidad humana, mueren más japoneses de lo que esperaban. Oppenheimer queda tocado y se opone a seguir investigando la bomba de hidrógeno. Se convierte de todas formas en un personaje de renombre, el «padre de la bomba atómica».

Lewis Strauss, un político que siempre le envidió le tiende una trampa. Un comité le cuestiona su capacidad de ser una persona apta para los niveles de seguridad del país a los que está acreditado. Sus continuas relaciones con el comunismo, su libre pensamiento y su honestidad acaban haciendo que pierda sus credenciales y su reputación.

Posterioremente es Strauss es que es sometido a una especie de juicio donde un científico desvela su animadversión para con Oppenheimer y pierde su cargo. Uno de los que vota en su contra es un jovencísimo John F. Kennedy. Reconoce que no superó que le pusiera en ridículo frente a otros científicos y sobre todo con Einstein al que le dijo algo y luego ni le miró a la cara.

Años más tarde Oppenheimer es condecorado, su reputación restituida.

En la última escena volvemos al encuentro entre Oppenheimer y Einstein, hablan de la bomba y de que esa sola bomba podría ser la causante última del fin del mundo, de un holocausto nuclear por la carrera nuclear que desencadenó. Luego Einstein que estaba metido en este pensamiento al cruzarse con Strauss sigue para adelante. Oppenheimer no le había hablado de Strauss.

FIN